viernes, 31 de diciembre de 2010

TUGA ( O EL CUENTO DE LUNA TRISTE )

Cuentan antiguas leyendas que en tiempos remotos, cuando los hombres no dominaban aún el poder de alumbrar las noches oscuras, Luna estaba triste, y pasaba el tiempo lamentándose de su soledad.
" Por qué lloras, Luna?"- le preguntaban las estrellas. " Me siento sola" -respondía Luna desconsolada. " Pero nosotras te acompañamos en tu periplo todas las noches" - contestaba la estrella polar. "Sí, pero vosotras sois frías y distantes. Ilumináis vuestros mundos y los teñís de colores. Pero vuestra fuerza es tan pequeña en este mundo..."
" No llores, Luna " - le susurraba el viento mientras le acariciaba la espalda. " Yo te acompaño muchas noches ".
" Lo sé, viento amigo. Pero tú también soplas de día, y contemplas a los niños jugar, a las madres reír, ves los bellos rostros de los príncipes y de los pescadores. En cambio, yo... no veo más que un mundo oscuro, solitario, que no alcanzo a iluminar lo suficiente. A mí nadie me contempla. Y me siento tan sola...."
Y así, noche tras noche, Luna Llena, o Luna Nueva, fuese cuál fuese su nombre, lloraba desconsolada. Pero una noche, una de aquellas en las que el aire tibio huele a primavera,  Luna escuchó como alguien la llamaba.
" Oh, Luna, invítame a soñar. Envíame tu luz en esta noche oscura, porque en ti veo reflejada a mi amada. Y dame tu calor, para que mi corazón no se apague y no deje de latir "- decía aquella voz misteriosa.
" Quién me llama? " -`preguntó Luna.
" Sólo soy un joven poeta enamorado, que busca inspiración en tu brillo " -contestó la voz.
" Un joven poeta enamorado..... Y yo te sirvo de inspiración? -preguntó Luna. " Yo creía que nadie se fijaba en mí..."
" Bromeas?" -dijo el joven poeta. " Somos muchos los que apelamos a tu luz, los que buscamos en tí inspiración y fuerza. Porque los que amamos, elevamos la mirada hacia tí todas las noches. Buscamos tu calor, y nos cobijamos en tu regazo. Gracias a tí,  no sentimos menos solos. "
Y Luna sonrió. Sonrió por primera vez en mucho tiempo. Y a partir de aquel día, iluminó con mucha más fuerza. Porque se sentía menos sola. Y desde entonces, Luna ya no está triste, porque es la musa de todos los poetas y enamorados del mundo.

Para R, que como Luna también está triste. Para que comprenda que todos podemos iluminar a alguien sin saberlo. Por cierto, Tuga quiere decir tristeza en serbocroata.

martes, 28 de diciembre de 2010

Me pides que te bese...




Me pides que te bese y te beso, y sabes que te beso desde ese sitio profundo, cálido. Me pides que te bese y lo hago desde la ensoñación, desde el deseo manifiesto y nunca hasta ahora puesto en práctica. Me pides que te bese y lo hago como la primera vez: manos torpes, lengua torpe, ojos cerrados, desde muy lejos y desde muy cerca. Me pides que te bese y me dejo la piel, y se me escapa la vida a través de la boca, y no soy yo, rendido como estoy, postrado ante esa que quiero sea mi senda, mi destino, mi burbuja. Me pides que te bese y te beso. Sin embargo...

Sin embargo pienso y repienso. Y miro tu boca, ávida, que quiere la mía. Quiere mi carne, fresca. Quiere mi cuerpo, la mujer que late debajo. Y te pido que me beses sí, que me borres los labios a mordiscos, que te comas mis sonrisas. Te pido que lo dejes, que pares. Porque pienso y repienso. Porque eres como Teseo y yo sólo soy tu salvoconducto, ese hilo, tu Ariadna. Unos labios que se dan y ofrecen su rojo a tu sed pero sin saber qué sabor se van a llevar a cambio. Porque a ti se te escapa la vida en un beso, pero a mí se achica el alma en cada intento de impedir que mi cuerpo no siga la ley de la gravitación y gire en torno al tuyo. Querría romper las cadenas y decirte que sí, que me beses, que me tomes, que me acaricies, que me sientas y que seas lo que necesito, que seas lo que muchos quieren pero no tienen. Así, sin más y sin poesía. Que seas y me hagas ser.



Jose
Rocío

lunes, 27 de diciembre de 2010

De recuerdos, nostalgias y falsas recámaras


Recordar es obsceno, 
peor: es triste. Olvidar es morir.
Vicente Aleixandre  





Siento una punzada de nostalgia al descubrir que, lejos de haber enterrado los recuerdos, los había situado en una falsa recámara y que olvidé cerrar la puerta con llave. Lo malo del dolor es que se extiende, como una mancha, sobre la superficie de mi memoria, de mis emociones.


Lo malo del dolor es que abre las puertas de las falsas recámaras y todo termina por salir, por salpicarte. Y acabas chapoteando entre los charcos de agua sucia, ensuciándolo todo, incluso aquella ropa nueva, recién puesta, con la que querías caminar. Un eterno retorno, un puto bucle.


Un bucle que nos acaba enredando, que nos tira al fango del dolor. Pero lo peor de todo es que nos sentimos bien dentro del fango, seguros, rodeados de nuestros recuerdos, de nuestros miedos, atesorándolos. Porque es mejor tenerlos y dolernos que no tener nada. Ni siquiera un motivo por el que perder la vida.


Jose
Rocío